Hacerse amigo del enemigo
El mundo empresarial es estresante. Vives en la
incertidumbre constante de no
saber que pasará mañana. De hecho, hay mercados tan sensibles, que un ligero cambio
puede poner en riesgo empresas,
productos, servicios e incluso mercados.
Este sería el caso del avance tecnológico de las cámaras de los teléfonos
móviles que están sustituyendo en gran medida la demanda por cámaras tradicionales o
servicios de fotografía (revelaciones, sesiones, enmarcación, maquetación,
etc.)
Por si fuera
poco, uno no sólo debe vivir con el estrés de no saber si el día de mañana la
tecnológica desbancará su producto o servicio, sino que encima, debe competir día a día para mantenerse en su sector y alejar a sus clientes de las
zarpas de su competencia.
En un mismo mercado, todas las empresas proclaman ser
las mejores, sin embargo, internamente, cada compañía tiene sus puntos débiles. Entonces nos encontramos en un
punto en el que ya sólo nos ataca la competencia, sino que también la inmediatez y
mientras miramos a fuera no vemos lo que se quiebra por dentro, y mientras
miramos a dentro, no atendemos lo que nos amenaza afuera.
Si hay algo con
lo que no podemos luchar, es el paso del tiempo y que los consumidores exigen
avances constantes. Pero lo que si podemos hacer es las paces con nuestros enemigos y convertirnos en colaboradores.
Mi experiencia
en el sector de la comunicación corporativa me ha permitido ver cómo una
asociación es un beneficio para todos.
Una asociación
bien construida permite compartir Know-how, información
sobre el sector y sus últimas tendencias, crear una base de datos en común sobre
clientes y proveedores, recibir
ofertas, tener contactos con experiencia
profesional en el mismo
sector y sobre todo, si se comunica bien y se crea una buena imagen de la
asociación; se puede mejorar considerablemente la imagen y
la reputación.
Jacqueline C. Ruiz
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