Campañas diferentes, mismos objetivos=clientes



Las elecciones y sus campañas electorales son muy diferentes dependiendo del país en que nos fijemos. Si comparamos las españolas con las de Estados Unidos encontramos numerosas diferencias que vale la pena comentar.

En primer lugar, remarcar que en el sistema norteamericano, a diferencia del español, los partidos políticos no tienen fuerza ni poder de decisión para proponer candidatos, sino que son los propios candidatos los que se ganan el puesto desde abajo, centrando la campaña en vender su imagen personal y convencer a los ciudadanos. Allí las elecciones se centran en la persona, y no en el partido que hay detrás y son los ciudadanos los que deciden los dos candidatos que representan a cada partido, tanto del bando republicano como del demócrata.

Los candidatos se enfrentan entre ellos en numerosos debates televisivos transmitiendo sus propias ideas a los ciudadanos y demostrando sus aptitudes personales. Ocupan un papel crucial, ya que es donde verdaderamente se ve la capacidad de éste para defender sus ideas frente a otros y donde tienen la mayor oportunidad para ganar votos, en discusiones inteligentes a través de la palabra y contestando a preguntas comprometidas por parte de los periodistas y de sus rivales. 

Mientras que los debates que se realizan aquí, son puramente pactados, cada candidato tiene un tiempo concreto para exponer sus argumentos sobre un tema a modo de discurso y donde los periodistas no hacen preguntas.
Otra de las grandes diferencias es la financiación y el coste de las campañas, las españolas están financiadas con dinero público, mientras que en EE.UU. es solo capital privado, pero con una total transparencia, con lo que todo el mundo sabe quién es el donante y cuánto da.

Si hablamos de carteles, las diferencias también son enormes, mientras que en España se utilizan espacios públicos para colocar un gran número de ellos, en Estados Unidos son los propios ciudadanos los que los colocan en sus casas inventando slogans propios. Además, a diferencia de aquí, nunca llevan imágenes.

En cuanto a los anuncios, en EE.UU. es muy difícil destacar sobre los otros, ya que los medios están saturados. Los datos nos confirman que los americanos invertirán alrededor de 3.200 millones en publicidad electoral. La diferencia de que en España la presencia de anuncios televisivos y radiofónicos sea más moderada es a causa de que los presupuestos son más ajustados.   

En conclusión, queda demostrado que el marketing electoral es distinto según el país en el que nos encontremos. Unos apuestan más por comunicar la imagen carismática de una persona y otros se centran en realzar la ideología del partido. Y creemos que existen muchos factores a la hora de decidir el voto de una persona, pero está claro que el marketing ocupa un lugar destacado entre ellos.

Al final yo me pregunto, ¿es lo mismo un voto que un cliente?


Jacqueline Ruiz C.

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